En respuesta al aumento de casos de chikungunya en Cuba, las autoridades sanitarias han iniciado un ensayo clínico con el fármaco nacional Jusvinza, desarrollado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB). Este ensayo busca evaluar la eficacia deli mismo en el tratamiento de la poliartritis residual, una de las secuelas más debilitantes de la enfermedad, caracterizada por dolor e inflamación persistentes en las articulaciones que pueden perdurar durante meses o incluso años tras la fase aguda del chikungunya.
Jusvinza, un péptido sintético inmunorregulador, no es un medicamento experimental; su uso se basa en una sólida trayectoria científica. Originalmente diseñado como tratamiento para la artritis reumatoide, una enfermedad autoinmune inflamatoria crónica, el fármaco también mostró resultados prometedores durante la pandemia de COVID-19, donde fue utilizado con éxito para controlar cuadros de hiperinflamación en pacientes graves, contribuyendo significativamente a la reducción de la mortalidad.
El ensayo clínico, aprobado por el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) y el Comité de Innovación para la Salud, se lleva a cabo en cuatro hospitales de las provincias de Matanzas y La Habana, y forma parte de un plan nacional más amplio para el control de las arbovirosis. Este estudio es el primero en Cuba centrado en las secuelas del chikungunya y busca ofrecer una respuesta concreta a los pacientes que sufren las consecuencias crónicas de la enfermedad.
La puesta en marcha de este ensayo refleja la capacidad de la biotecnología cubana para generar soluciones propias a los problemas de salud pública, utilizando productos desarrollados dentro del país. Jusvinza, en este sentido, representa no solo un avance en el tratamiento de las secuelas del chikungunya, sino también un ejemplo de soberanía científica, mostrando cómo Cuba continúa innovando en la lucha contra enfermedades que afectan a su población.

