Hay brazos que son más que brazos. Que se multiplican, que van sobre otras piernas, miran con otros ojos, besan otras bocas, tienen diferentes edades, sueños, conquistas… A veces son conocidos, amados. Otras, podrían encontrarse y no reconocerse.
Como todo en la vida, hay brazos que dan para que otros reciban. Algunos son desinteresados, abundantes, agradecidos…, otros más retraídos, celosos de sobra con la savia preciosa de sus venas, dispuestos apenas, y siempre los hay secos, por voluntad o “variantes del tiempo”.
Hay brazos que dan aliento. Que donan sangre, para salvar a un prójimo que, a su vez, podría hacer lo mismo por un tercero. Cadena de vida.
Así piensa una aun sin estar donde esas historias comienzan, pero ya allí donde la gente va por espontánea voluntad y las construye, se entiende mejor por qué no es solo un hecho potestativo. Es un acto tremendamente altruista.
Llegamos sobre las 8:00 de la mañana al Banco de Sangre, ubicado en calle 14 Norte entre San Gregorio y Santa Rita, en la ciudad de Guantánamo y nos dicen que ya han pasado varios voluntarios, porque se empieza temprano, a las 7:00. Avanzamos por un pasillo en el que se camina sobre un piso limpísimo, como en la institución toda, donde no solo hay brillo, hay orden y disciplina, eso se respira.
Estamos a las puertas de la consulta de Chequeo al donante, previa a la extracción. Allí nos encontramos, muy tranquila, a Yelaine Hernández Pérez.
“Vengo cada cuatro meses, por convocatorias del trabajo, cuando alguien necesita o por iniciativa propia. Soy A+ y una donante regular. Es algo que asumo con mucha responsabilidad. La noche previa me acuesto temprano, no bebo alcohol, me hidrato y, por supuesto, llego aquí en ayunas”, responde a nuestra pregunta… Leer más
Fuente: Periódico digital Venceremos