Si en Santiago de Cuba cayeron cien jóvenes valerosos, ello no significa sino que hay en nuestra patria cien mil jóvenes dispuestos también a caer. Búsquenseles y se les encontrará, oriénteseles y marcharán adelante por duro que sea el camino; las masas están listas, solo necesitan que se les señale la ruta verdadera.
(…) Más que la libertad y la vida misma para nosotros, pedimos justicia para ellos. Justicia no es en este instante un monumento para los héroes y mártires que cayeron en el combate o asesinados después del combate, ni siquiera una tumba para que descansen en paz y juntos los restos que yacen esparcidos en los campos de Oriente, por lugares que en muchos casos solo conocen sus asesinos; ni de paz es posible hablar para los muertos en la tierra oprimida. La posteridad que es siempre más generosa con los buenos, levantará esos símbolos a su memoria y las generaciones del mañana revivirán, en su oportunidad, el debido tributo a los que salvaron el honor de la Patria en esta época de infinita vergüenza.
(…) ¿por qué no se ha denunciado valientemente las atroces torturas y el asesinato en masa, bárbaro y vesánico que segó las vidas de 70 jóvenes prisioneros los días 26, 27, 28 y 29 de julio? Ese sí es un deber ineludible de los presentes, y no cumplirlo es una mancha que no se borrará jamás. La historia no conoce una masacre semejante ni en la colonia ni en la República. Comprendo que el terror haya paralizado los corazones por largo espacio de tiempo, pero ya no es posible sufrir más el manto de total silencio que la cobardía ha tendid0 sobre aquellos crímenes espantosos, reacción de odio bajo y brutal de una tiranía incalificable, que en la carne más pura, generosa e idealista de Cuba, sació su venganza contra el gesto rebelde y natural de los hijos esclavizados de nuestro pueblo heroico. Eso es complicidad bochornosa, tan repugnante como el mismo crimen, y es de pensar que el tirano esté relamiéndose los labios de satisfacción por la fiereza de los verdugos que lo defienden y el temor que inspira en los enemigos que lo combaten.
Parece como si el restablecimiento de las garantías y el cese de la censura se hubiesen concedido a trueque de silenciar aquellos hechos; un pacto entre el opresor y los voceros de la opinión pública, un pacto expreso o pacto tácito, y esto es infame, abominable, irascible, repugnante… Leer más
Fuente: Periódico Digital Granma