
Pocas veces un estudio científico puede tener un impacto beneficioso en la vida diaria de tantos millones de personas, explican los cardiólogos Valentín Fuster y Borja Ibáñez. Hace un par de meses, su equipo presentó los resultados de un ensayo clínico con 8 500 voluntarios que mostró que los betabloqueantdores ―unos fármacos que se recetan de por vida tras un infarto desde hace décadas― “no aportan beneficio alguno” a la mayoría de estos pacientes, aquellos que mantienen su capacidad de bombeo del corazón. “Hablamos de decenas o cientos de millones de personas en el mundo, es una barbaridad”, resume Ibáñez, en una sala del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). Sus conclusiones, sin embargo, se toparon con un cierto escepticismo. El número dos del Ministerio de Sanidad, el médico de familia Javier Padilla, llegó a afirmar que había “artículos contradictorios en este ámbito” e incluso criticó los cantos de sirena de hallazgos que pueden ser muy llamativos».
La controversia afecta a esos millones de personas que toman cada día uno o dos de estos comprimidos. Los betabloqueantes pueden salvarles la vida, si tienen arritmias, insuficiencia cardiaca crónica o disfunción del corazón. Estos fármacos hacen que sus vasos sanguíneos se dilaten, lo cual reduce su presión arterial y su frecuencia cardiaca, pero a menudo tienen efectos indeseados, como el cansancio constante y la disminución del deseo sexual. Solo hay que tomarlos si realmente hay un motivo médico… Leer más

