Lejos de mero título, ellos han sido, siempre, esa mano amiga, preocupada, que acompaña y vela por el bienestar del otro. Andar por difíciles parajes para asistir, sin que premien los privilegios, no es sino una de las tareas que realizan con voluntad arraigada.
¿Cuánto hay de humano en esas personas que sanan lo físico y lo espiritual?
Desde una simple visita, una charla, una observación preliminar…, el personal de la Salud –ese que asiste al hogar y llega, muchas veces, a formar parte de la familia– adquiere una dimensión transformadora.
En 1984 fue creado, por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el Programa del médico y la enfermera de la familia, con el propósito de acercar la salud a cada casa.
Y lo que comenzó con tan solo diez médicos –distribuidos en ese entonces, solamente, en la capital– hoy suma a 10 835 consultorios, integrados en 451 policlínicos en todo el país.
Por ello, José Angel Portal Miranda, ministro de Salud Pública, expresó recientemente que «este hito ha permitido que la Isla alcance indicadores de Salud comparables con naciones desarrolladas, y demuestra la trascendencia de una creciente labor científica e innovadora».
Estos profesionales, de atención primaria, están en la primera línea de batalla en la detección, seguimiento y atención a los pacientes. Su labor, crucial para contener y revelar cualquier enfermedad, es muestra de que la medicina familiar no solo cura, sino que protege y previene.
Justo cuando se cumplen 40 años de este Programa, vale honrarlos, y recordar, una vez más, esta forma de nobleza arropada en batas blancas.
Fuente: Periódico digital Granma