Se festeja por primera vez el año 1991 y se escogió el 30 de septiembre porque en esa fecha se conmemora el fallecimiento de Jerónimo de Estridón (San Jerónimo), considerado por muchos como el primer traductor y el patrono de los traductores.
En el siglo V, Jerónimo tradujo la Biblia al latín (llamada Vulgata) comenzando en el año 382 para terminar en el 405. La Vulgata (traducción hecha para el vulgo) fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos. Probablemente se le llamó así porque el latín era la lengua del pueblo y hasta ese entonces la Biblia solamente se encontraba disponible para quienes conocían el griego y el hebreo. Además, hizo toda una defensa de su traducción en la época con un documento que se considera como el primer tratado de traductología.
La celebración ha sido promovida por la Federación Internacional de Traductores (FIT) desde su creación en 1953. En 1991 la FIT lanzó la idea de un Día Internacional de la Traducción oficialmente reconocido, para mostrar la solidaridad de la comunidad de traductores en todo el mundo en un esfuerzo por promover la profesión de traductor en los diferentes países. Esta fecha se aprovecha para difundir conciencia acerca de una profesión que se ha vuelto fundamental, tanto por razones de la globalización como para la comunicación entre las culturas.
Es un día para reflexionar sobre las políticas lingüísticas de muchos países y su influencia sobre la estructura gramatical y ortográfica de los idiomas como sobre su fomento en otros países. Las lenguas deben servir para unir, no para separar; no deben ser instrumentos políticos para imponer a los ciudadanos su uso por razones ideológicas, sino instrumentos para la comunicación y elevar el nivel cultural de los ciudadanos que los usan.