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Viruela símica. La medicina de andar alertas

Antonio Torreblanca Pineda, epidemiólogo del Centro provincial de Higiene y Epidemiología
Antonio Torreblanca Pineda, epidemiólogo del Centro provincial de Higiene y Epidemiología

Nos funcionó antes. Nos funciona ahora. Usamos experiencias anteriores, las ramificaciones del Sistema de Salud y algo, hay que reconocerlo, de esa ventaja de ínsula, esa circunstancia del mar que en este mundo globalizado nos da tiempo, al menos, para un respiro.

Y lo usamos. Para cuando se reportó el primer enfermo de viruela símica en el país -que significó, además, la primera muerte, a pesar de que la mortalidad no supera el seis por ciento- ya existía un plan de enfrentamiento, un “cómo, un cuándo y un por qué” ante la aparición de casos sospechosos.

Poco más de un mes después, y con un segundo caso que parece cursar la dolencia como la mayoría de quienes la han padecido en el mundo, con una evolución benigna; la estrategia de enfrentamiento se consolida.

Reconocer y aislar

Antonio Torreblanca Pineda, epidemiólogo del Centro provincial de Higiene y Epidemiología, asegura que lo primero es “saber identificarla, tanto en fronteras como en las áreas de salud, aislar los casos y continuar las estrictas medidas que dicta el protocolo”.

La capacitación, dice, empezó con sendas conferencias en la Universidad de Ciencias Médicas y el municipio de Imías, donde se reunieron epidemiólogos, clínicos, pediatras…, facilitadores con la misión de hacer llegar el conocimiento a todo el sistema.

Las medidas, el epidemiólogo insiste, comienzan con la identificación de las personas sospechosas, un término que califica a los pacientes provenientes del extranjero -los países con casos confirmados superan el centenar- y síntomas clínicos sugerentes de la enfermedad.

“Durante los primeros cinco días, abunda, la viruela símica se presenta con un cuadro febril de corta duración, aumento significativo del tamaño de los ganglios linfáticos o linfoadenopatía, dolores musculares, cansancio… luego pasa a un cuadro eruptivo.

“Empiezan, entonces, las lesiones en la piel que afectan a todo el cuerpo, pero suelen empezar por la cara y extenderse a las plantas de los pies y las manos. Comienzan como máculas (manchas), que evolucionan a pápulas, vesículas con contenido líquido y costras, que se descaman y se caen. En general, el proceso dura 21 días”.

Aislar, después de notificar el infectado, es lo segundo. “Si es en frontera, se separa del resto de los viajeros y, por medio de una entrevista, se identifican los contactos estrechos, para ampliar la vigilancia. Es importante el término estrecho, pues la viruela del mono no se transmite tan fácilmente como otros virus, como la COVID-19, por ejemplo”.

Dentro de la comunidad, continúa, “tras el aislamiento sigue la remisión al centro hospitalario y, en el área de salud, el control de foco que implica el seguimiento de los contactos resultantes de la encuesta epidemiológica -y su ingreso en caso de aparecer síntomas- y la desinfección de superficies con hipoclorito de sodio”.

Para confirmar el contagio, precisa Torreblanca Pineda, se toman muestras de las lesiones con hisopos y se envían al Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, de La Habana.

Los sospechosos, explica por su parte Niurvis López Columbié, funcionaria de la Sección de Hospitales de la Dirección provincial de Salud, se atenderán en el General Agostinho Neto y el Pediátrico Pedro Agustín Pérez, con cuatro camas cada uno.

“Además, informa, se estableció el flujograma desde el punto de vista epidemiológico y las medidas para garantizar el aislamiento de los pacientes y evitar la propagación del virus, por medio de normas de protección para el personal médico y de enfermería”.

No hay, coinciden los galenos, un tratamiento específico para este padecimiento, solo medicamentos para mejorar los síntomas; como tampoco una vacuna específica, aunque se sabe que el inmunógeno contra la viruela -que se administraba antes de la erradicación de la enfermedad en 1980- da cierta protección contra la del mono.

Información… para prever

Una información de la Organización Mundial de la Salud sobre la viruela del mono, explica que el contagio entre seres humanos ocurre por medio del contacto físico con alguien sintomático. Las erupciones cutáneas y sus fluidos, y las costras, son particularmente infecciosas.

También, es peligroso manipular los objetos personales del paciente, como su ropa y la de cama, las toallas, los utensilios de comer… por lo que deben desinfectarse. La saliva también puede ser una fuente de infección, pero siempre que el contacto sea estrecho.

Este virus puede además transmitirse de una mujer embarazada al feto a través de la placenta, o de un padre infectado al niño durante o después del parto a través del contacto de piel con piel.

Hay, alerta Torreblanca Pineda, algunos estudios que hablan de trasmisión sexual, “pues algunos pacientes fueron contagiados por personas con la que mantenían relaciones, pero no está demostrado ni descartado”.

En todo caso, la mejor medicina es no confiarse. “Es importante extremar las medidas de higiene personal, y en caso de presentar algún síntoma ir al médico, pues la viruela símica, por ejemplo, en los primeros días tiene manifestaciones compartidas con el dengue, y en su última fase, semejanzas con la varicela, aunque a diferencia de esta provoca lesiones en las plantas de manos y pies”, recalcó.

Escrito por Lilibeth Alfonso Martínez // Fotos: L. A. M. y tomada de Internet

Fuente: Periódico Digital Venceremos

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